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Con Irka Cederberg |
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escribe Elizabeth Meléndez R. No sólo se encuentran en Europa y Asia, en América Latina viven por lo menos 2 millones gitanos. Popularmente se les llama gitanos, pero en realidad son un pueblo con una historia milenaria, una tradición, una cultura y una lengua. El pueblo romani procedente originalmente de la India, ha migrado no sólo por Asia, Africa, y en Europa, continente donde se ha concentrado un mayor número, como también ha cruzado el océano hasta el continente americano. Solamente en Argentina viven hoy día más de 300 mil personas que pertenecen a los grupos griegos, moldavos y rusos romani. Su nombre no deriva necesariamente del latín y menos tiene alguna relación con Roma. Rom quiere decir en romani persona. Los romani no han sido sólo gitanos dedicados a la lectura de la fortuna, el comercio, el servicio o el nomadismo, también ha habido entre ellos intelectuales, políticos y personajes de la farándula, esto es quizá lo menos conocido: Chaplin, Django Reinhart el famoso guitarrista de jazz, Rita Hayworth o el mismo ex-presidente Bill Clinton. Irka Cederberg, periodista sueca dedicada por mucho tiempo a los temas de la migración y la integración, comenzó hace diez años un proyecto para tratar de reivindicar en la historia la presencia del pueblo romani. Según Cederberg la historia moderna ha olvidado aspectos esenciales de este grupo cultural presente en todas las naciones y que todavía sufre la represión, el hostigamiento y la negación de su identidad. Dentro de los muchos documentos que Irka a reunido para el redescubrimiento de los romani, se encuentran dos compendios con los nombres de por lo menos 90 mil gitanos exterminados en Aschwitz durante la Segunda Guerra Mundial, los cuales fueron simplemente clasificados dentro de las víctimas del Holocausto bajo la denominación otros entre los exterminados. Este olvido histórico se convirtió en la pasión del trabajo de Irka Cederberg. La cultura como medio contra la violencia Todo comenzó con la representación de la obra teatral de García Lorca Bodas de Sangre. En esta ocasión eran unos gitanos que en su propio idioma romani interpretaban uno de los clásicos españoles. El festival gitano que se presentaba en la ciudad de Dresden, Alemania, a comienzos de los años 90 tenía como eslogan la cultura contra la violencia y su objetivo era señalar los intereses racistas que comenzaban a tomarse las calles de la antigua Alemania Oriental con motivo de la caída del muro de Berlín. El grupo de gitanos provenientes de Macedonia, había tenido que salir de la península balcánica debido a la guerra que allí comenzaba. La disolución de los países del Este había traído también como consecuencia, que muchos de estos romani tuvieran que abandonar esa parte de Europa. Una vez más el pueblo romani volvía ser perseguido en una Europa que comenzaba vivir como fobia un antigitanismo, expresión que revela el fondo de un drama aún existente. Un pueblo sin territorio, pero con deseo de reconocimiento El esfuerzo del pueblo romani a nivel internacional no es el de adquirir un territorio, sino el de ser reconocido políticamente como nación a fin de tener representación en las diferentes organizaciones internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas y la Unión Europea, en donde ya existe una oficina encargada de los asuntos sobre los romani. Para Irka Cederberg, la visión del pueblo romani que ella posee, no tiene nada que ver con una imagen romántica, ni con la intención de sentirse una más de ellos, sino es un interés dirigido básicamente por la preocupación hacia los derechos humanos, es decir, el derecho de los gitanos en la Europa de hoy. Aunque han existido desarrollos diferentes en la Europa oriental y occidental, hay una similitud en la historia de este pueblo: Su existencia les ha obligado a negar su identidad para poder ser aceptados. Irka afirma que, al interior de la Unión Europea hay proyectos y desembolsos económicos, aunque todavía no se sabe a donde van a parar esos dineros, ni tampoco se ha podido constatar en qué aspectos ha mejorado la situación de este grupo cultural especialmente en países como Grecia, Italia y España. De otra parte, si bien los gitanos han sido considerados en algunos países de la Unión Europea como minorías, este reconocimiento no ha sido suficiente para exigir que en las escuelas se les enseñe su idioma y su cultura. Desarrollos positivos en Suecia Durante 1914 y hasta 1954 Suecia desarrolló una política que prohibía la entrada de personas con identidad romani o gitana. Durante la dos guerras mundiales, los romani no recibieron algún tipo de ayuda. Los que ya vivían en Suecia, provenientes de Finlandia y de Rusia, tuvieron que aislarse totalmente de sus familias. En los años 60 arribaron algunos grupos que se convirtieron en mano de obra proveniente de Yugoslavia, Grecia y España, pero nunca pudieron presentarse como gitanos, ya que tenían el temor de ser rechazados y la perseguidos. Es solo después de los años 80, cuando una nueva ola de inmigrantes provenientes de Polonia, Checoslovaquia y Rumania solicita asilo, la mayoría de ellos de ascendencia romani, y logran quedarse en Suecia. Diferente parece ser la situación de los romani que llegaron en los años 90, provenientes de la península balcánica y que todavía se encuentran en territorio sueco: muchos de ellos temen ser devueltos bien a Kosovo o a Serbia, en donde podrían ser vistos como traidores o enemigos de cualquiera de las dos partes en pugna. Hoy la población romani en Suecia asciende a unos 15 mil, de los cuales la mitad son de tradición nómada. Así mismo, Suecia es uno de los pocos países en los cuales los llamados gitanos han logrado ser considerados como minoría, pero sin haber obtenido todavía los beneficios de esta categorización. A pesar de estos pasos positivos, es claro que el problema de integración como tal aún subsiste, pues este grupo étnico a diferencia de otros, siente como necesidad primera la de defender su identidad cultural y su idioma. Irka Cederberg sostiene, que si bien actualmente es mal visto socialmente hablar de antijudaismo, sí existe una tendencia aceptada a un antigitanismo que se expresa en expresiones despectivas tan comunes como jävlar zigenare, que como consecuencia en el fondo marcan todavía la existencia de un desprecio y un maltrato social hacia este pueblo. Día contra el fascismo y el antisemitismo El próximo 9 de noviembre y con motivo de la llamada Noche de los Cristales (Kristallnacht) de 1938 que marcara el comienzo del Holocausto de la Segunda Guerra mundial, se celebrará a nivel internacional el Día contra el fascismo y el antisemitismo con el ánimo de reivindicar cada una de las culturas que hoy día sufren de algún tipo de discriminación racista, como es el caso de los romani. Así mismo, el 11 y 12 de noviembre se llevará a cabo en Estocolmo, en Mosebacken, un seminario de entrada libre, dedicado a la cultura y el idioma romani. |
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