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Sobre la violencia en Colombia |
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Escribe Camilo García La violencia más cercana Sin embargo, este período de convivencia terminaría aquí, porque el Partido Conservador una vez en el gobierno, se puso en la tarea de organizar y llevar a cabo una violenta y masiva persecución contra el Partido Liberal, especialmente contra sus bases campesinas. Los conservadores en el poder, dirigidos y estimulados por su jefe supremo Laureano Gómez, el monstruo, se dedicaron a matar campesinos liberales. Para cumplir este fin no sólo utilizaron a la policía oficial sino que organizaron bandas privadas armadas conocidas en la historia nacional como los pájaros y chulavitas. Estos campesinos perseguidos, víctimas de la violencia oficial, decidieron a su turno organizar grupos armados guerrilleros que se dedicaron no sólo a defender la propia vida sino también a asesinar, muchas veces por venganza, a campesinos civiles conservadores. El resultado de estas acciones violentas de los dos partidos fueron 300.000 personas muertas durante los 10 años, hasta la firma del pacto del Frente Nacional en 1958, en el que los dirigentes de los dos partidos acordaron un esquema de distribución conjunta del poder político. La diferencia central entre esta violencia promovida y organizada por el Partido Conservador desde el Estado, con respecto a las anteriores acciones armadas y violentas de la historia del país, radicó en que fue una violencia dirigida contra una población civil que estaba, al principio, desarmada e indefensa. Contra una población que no se había levantado en armas contra el gobierno, y que tampoco estaba realizando ninguna acción de protesta social o política. Con lo que se reveló el carácter totalmente infundado de esta violencia iniciada por el gobierno conservador; no había ninguna razón, más o menos válida, que se pudiera esgrimir para justificarla. La voluntad irracional de destruir políticamente al adversario liberal mediante el asesinato de sus miembros, fue en realidad el único motivo que presidió esta conducta bárbara y antidemocrática. Como resultado del manejo al cual fue sometido el Estado colombiano por parte del Partido Conservador, convirtiéndolo en un órgano ilegal de persecución violenta contra la población civil, se empiezan a generar las organizaciones guerrilleras. Es en este contexto en el cual hay que buscar el origen más remoto del actual conflicto armado del país. La organización guerrillera de las FARC, la más grande y poderosa del país, brotó precisamente como respuesta y reacción de un grupo de campesinos orientados por el Partido Comunista de defender la vida de las agresiones violentas del Estado. Aunque el significado de este origen se ha borrado o perdido en parte por las sistemáticas acciones violentas que los guerrilleros realizan contra sectores civiles de la sociedad, como el secuestro, el asesinato de personas sospechosas de colaborar con el ejército o los grupos paramilitares, la destrucción de torres de energía eléctrica y puentes, etc., no es posible dejarlo en el olvido, so pena de perder de vista un aspecto central de la existencia de este grupo guerrillero. Pero los grupos guerrilleros al realizar de modo reiterado y sistemático estas acciones, especialmente las del secuestro y la extorsión contra los terratenientes, hacendados, empresarios y campesinos ricos, provocaron a su turno la aparición de un nuevo contingente armado, de un nuevo actor de la violencia en Colombia: los grupos paramilitares a principios de la década de los 80 del siglo pasado. Grupos que se han propuesto combatir, con la ayuda de unidades y miembros del ejército, a las organizaciones guerrilleras, diezmar sus fuerzas y reducir su esfera social de influencia, mediante un procedimiento cruel, salvaje y brutal: asesinando a todas las personas civiles que consideran sus simpatizantes o colaboradores. Los incontables crímenes que han cometido los grupos paramilitares de campesinos, estudiantes, dirigentes sindicales, periodistas, juristas, profesores universitarios y dirigentes políticos, entre otros, constituye el último eslabón de esta larga y extensa cadena de la violencia que pareciera mantener férreamente encadenado el curso histórico del país. Romper esta cadena, deshacerla de modo definitivo, a través de un acuerdo de paz entre los grupos guerrilleros y el gobierno es tal vez uno de los retos y empresas más importantes que han tenido los colombianos en su historia. Y sería lograr realizar el anhelo natural y legítimo que tienen todos los seres humanos, que para los colombianos ha sido un bien escaso, de vivir sin el peligro de ser víctimas de acciones violentas, de vivir en paz. El próximo sábado 26 de octubre nos reuniremos en un seminario en el Instituto Latinoamericano de la Universidad de Estocolmo, para ahondar y discutir sobre esta historia. Camilo García, investigador y filósofo colombiano, reside en Estocolmo. Seminario sobre SABADO, 26 de OCTUBRE. 9.30 - 16.30 HORAS. Biblioteca del INSTITUTO LATINOAMERICANO Organizan: Asociación Cultural Perspectiva-Forum Syd, |
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