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13-Setiembre-2002

 

Gutemberg Charquero:
La oportunidad perdida

 

Como suele ocurrir con las grandes tragedias, individuales o colectivas, el atentado terrorista a los dos centros vitales del poder financiero y militar de Estados Unidos, el World Trade Center y el Pentágono, pudo ser un instante crucial de reflexión y revisión, para cambiar el rumbo de un mundo que ya estaba bastante maltrecho. Esta idea fue expresada por el escritor norteamericano Paul Auster recientemente, en una entrevista para la televisión sueca. Desgraciadamente no ocurrió asi y las consecuencias, en su primera fase, de ese tremendo error histórico están a la vista.

La tragedia ocurrió en el peor momento de la vida de ese país, con un presidente ignorante y soberbio, y un equipo moralmente descalificado con la excepción de Collin Powel, que no por casualidad está marginado de las decisiones y sólo cumple el triste papel de "soldado obediente".

"Nos atacan porque defendemos la democracia,la libertad y los derechos humanos", mintió George W Bush a su pueblo que, ingenuamente convencido de que lo que es bueno para "América" es bueno para el resto del mundo, se preguntaba azorado "porqué nos odian". No mencionó las agresiones y el derrocamiento contra gobiernos democráticos, en todo el mundo y particularmente en su área vecina América latina para sustitirlos por dictaduras genocidas.

Y en su primer discurso después de la tragedia, definitorio de lo que ocurriría después, en un tono de cowboy con una pistola en cada mano, y una terminología impropia de un estadista , anunció su "cruzada contra el terrorismo" y amenazó' con total falta de diplomacia a sus eventuales aliados con una frase histórica: "el que no está con nosotros está contra nosotros". Encontró oídos receptivos en todo el espectro de los gobiernos de Europa, que se alinearon "incondicionalmente" en la "cruzada" impulsados por una mezcla comprensible de solidaridad y reiterada obsecuencia.

Un año después, tras una guerra contra los talibanes, en la que la maquinaria militar más poderosa del mundo, masacró,muchas veces por "error" a un número ocultado de civiles no combatientes, la festejada gran "victoria" sobre Afganistán se ha esfumado. Los talibanes siguen activos, la prometida cabeza de bin Laden sigue en su lugar pese a las sumas millonarias ofrecidas por ella, las promesas de fondos para reconstruir él infortunado país, han sido incumplidas y de la anunciada democracia, mejor no hablar.

A despecho de la venta masiva de banderas y de invocaciones a la patria, el golpe está lejos de haberse asimilado por parte del pueblo americano que vive instalado en una psicosis del terror fomentada en cada instante por la Administración Bush. El país que ya se encontraba en una crisis económica desde un año antes, y que aviesamente se la quiso contabilizar como resultado de los atentados, se vio sacudido por la estafa más grande ocurrida en la historia del pais. Las quiebras fraudulentas de las empresas gigantes Enron, World Com y otras, que despojaron de sus empleos, sus ahorros, sus seguros de pensiones y el dinero para el estudio de sus hijos, a cientos de miles de ciudadanos .Y a los estafadores estaban directamente vinculados el presidente Bush, el vice Dick Cheney y otros altos cargos de la Administración, que fueron cómplices y beneficiarios de la gigantesca estafa. El consumo privado, motor de la economía del país, ha caido y no se recupera. La recesión económica es una realidad.

Los derechos humanos tan a menudo invocados como pretexto para agresiones externas han sido avasallados impúdicamente. "El problema es saber si, tras el 11 de setiembre, la era de los derechos humanos ha llegado a su fin", escribió el pasado mes de febrero, Michael Ygnatieff, director del Centro Carr de Política sobre Derechos Humanos, que pertenece a la Escuela de Estudios Gubernamentales John F Kennedy, de Harvard. El drama de los miles de ciudadanos americanos de origen musulmán detenidos y encarcelados indefinidamente por el sólo motivo de su apellido o su aspecto, apenas ocupa algún espacio en los medios de comunicación occidentales.

La popularidad de Bush ha caido en picada y talvez para recuperarla planea "resarcirse" de su fracaso con bin Ladén,que parece está vivo y asumió su responsabilidad en el atentado, con otra guerra contra otro demonio llamado Sadam Hussein, que "podría estar en condiciones de fabricar una bomba atómica". ( Aparte de otras cualidades como la de ser gran productor de petróleo). Hasta el momento de escribir estas líneas los líderes europeos dan la impresión de haber recuperado algo de dignidad y sensatez y no están dispuestos a secundar los planes de Bush. Es hora de que los generales de la OTAN conviertan sus acorazados y submarinos de guerra en grandes botes para salvar a los habitantes de Europa de las únicas amenazas concretas que se avecinan, inundaciones y terremotos. Pero hay que esperar para ver.

Aupados en la estrategia del terror, conservadores y socialdemócratas, han avanzado bastante en el establecimiento de Estados policiales. Unos y otros resultarán víctimas de sus propios custodios.

En síntesis, un aniversario bastante triste.Aunque con un rayo de esperanza: dicen que después del 11-S los americanos piensan menos en la guerra y los dólares, y hacen mucho más el amor.

Gutemberg Charquero, periodista uruguayo.



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