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30-Agosto-2002

 

Carta de la ex-presa política Marcela Rodríguez Valdivieso

Al pueblo de Chile

 

Me voy con pena de extrañamiento lejos de país. La condena de veinte años que me impusieron las Fiscalías Militares debo cumplirla en un país extranjero, en el exilio, como miles de compatriotas tuvieron que hacerlo en la dictadura militar y como muchos otros tuvieron que dejar su patria en los comienzos de esta supuesta democracia y siguen sin poder volver a su país.

Durante estos doce años, tantos gobiernos de la Concertación, como también la derecha, el Poder Judicial, los militares y la Iglesia, han hecho lo imposible para tapar con un manto de impunidad los crímenes cometidos durante la dictadura militar y lo han logrado en el caso del mayor criminal de nuestro país, reconocido en todo el mundo como genocida, que no le quedó más que hacerse pasar por loco para eludir la justicia. Esta justicia que es tuerta, clasista y corrupta, que está al servicio de los poderosos, que se ha puesto al lado de los victimarios, dejando en completo desamparo a los familiares de los compañeros desaparecidos y ejecutados, así como a las víctimas de las tortura.

Voy, junto a mi compañero rumbo a un país lejano, con otro idioma, nuevas caras, nueva vida. Una vida libre, libertad a medias, pero conseguida gracias al esfuerzo de muchos. Al apoyo y solidaridad de tantos que, sobre todo en países extranjeros, siguen luchando contra la impunidad, por los presos políticos y por derecho a vivir en su tierra.

En nuestro país la dictadura dejó como herencia un modelo económico, político y social continuado y perpetuado por la Concertación que sólo nos ha traído miseria, censantía y temor. Miedo a participar, miedo a protestar, miedo a exigir los derechos más básicos, como el derecho al trabajo, a la salud, a la educación y a la justicia.

Doy gracias a todas las personas que me han acompañado en esta larga lucha por mi libertad. A las organizaciones sociales, sindicales, políticas y culturales que me han apoyado; como los comités de los países amigos de Italia, Francia, Suecia; Noruega, Holanda, Bélgica, Canadá, Australia y Alemania; a la solidaridad internacional y nacional; al Comité de Familiares y Amigos por la libertad de Marcela Rodríguez; al Comité de Derechos Humanos Kamarikun; a la Organización de Defensa Popular (ODEP); al Partido Comunista de Chile y su secretaria general Gladys Marín; a mi abogado Hugo Gutiérrez; a Monseñor Alfonso Baeza; a mi esposo Julio Araya y a los cientos de personas que de manera anónima me brindaron su solidaridad y apoyo.

Hoy al despedirme de ustedes quiero pedirles que recuerden a miles de compatriotas caídos en la lucha por hacer de nuestro Chile, un país más digno, más justo y solidario, que exijan la libertad de las presas y presos políticos que se encuentran prisioneros en las Cárceles de Alta Seguridad construidas por la Concertación; que solidaricen con la lucha del pueblo mapuche y luchen por sus derechos y reinvidicaciones.

En un país lejano que me acogerá junto a mi esposo, seguiremos luchando por el derecho a vivir en nuestro país. Peleando por revertir el injusto proceso a que fui sometida y que me condena a vivir lejos de la patria.

¡A sacarse el miedo! ¡A organizarse! ¡A seguir luchando! Hasta pronto compatriotas. ¡La lucha continúa!

Marcela Rodríguez Valdivieso
Prisionera política chilena

(Carta llegada a nuestra redacción enviada por el Comité Chile Solidaridad de Oslo, que ha desplegado una intensa actividad de solidaridad con Marcela y por la situación de los presos políticos aun recluídos en las cárceles chilena).

 



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