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28-Junio-2002

 

El poeta italiano participó en la
última versión de Malmö Poesidagarna

La Cámara Oscura de Rufinelli

 

escribe Juan Cameron.

La edición en español del libro que Paolo Ruffilli publicara en Milán, hace ya una década, muestra a un poeta ya desarrollado y reconocido dentro de la poesía europea. Su texto bilingüe permite, además, apreciar la fluidez y calidez de su lenguaje en el sonido original; y justifica la invitación que Lasse Söderberg le hiciera para las recientes Jornadas de Poesía en Malmö.

Unas palabras de Eugenio Montale inician la versión castellana de Cámara Oscura, del poeta italiano Paolo Ruffilli, publicada en 2001 por Calima Ediciones de Palma de Mallorca. La traducción, de José Luis Reina Palazón, entrega en una edición bilingüe la obra que la casa Garzanti, de Milán, entregara en 1992 y que lleva ya tres ediciones en su idioma.

La idea de la cámara oscura tiene relación con el mito de la caverna y el comienzo del conocimiento. La luz que de pronto llega con su violencia de fuego, graba la imagen en la conciencia y la establece para el recuerdo. Desde ese instante puede leerse. Pero esta lectura sólo será lúcida -en los términos de Roland Barthes- si el lector puede interpretar la herida, la incisión en la superficie de bromuro de plata de la película sensible.

En tal sentido se cita Paolo Ruffilli a través de la cita de Barthes: «Y Ruffilli puede ser considerado como un caso único singular del modo en el que la palabra poética se muestra como palabra de punzada» (Cahiers de Poésie, E3 1978, pág.9).

Al mirar sobre la pared contraria a la abertura, lo acontecido afuera, se observará la representación invertida de la realidad. En cierta forma, este cambio en el orden de las figuras imita la actitud del poeta quien, con el recurso de la palabra, realiza una reconversión de los hechos exteriores a través de su propio prisma.

Esta visión comprometida, o vinculada a la realidad del autor y del lector, que a su vez «hiere» la sensibilidad de estos actores, es lo que permite su lectura. Después de todo, la cámara también es metáfora del útero, del elemento protector y oscuro desde donde iremos a nacer hacia la realidad.

En este trabajo de Ruffilli lo referido es su álbum familiar. Una serie de imágenes donde marcha la historia de su sangre y de su propio país, revisada cuadro a cuadro con la visión cinética de un presente, ahora también detenido por la imagen del papel. Ambas versiones de la historia, la visión detenida por la máquina fotográfica y la revisión, impresa en el poema, se exponen entonces al lector para una nueva y sintética lectura. El objeto de ésta es rescatar, desde la herida, una imagen sumergida ya en el tiempo: la sombra del rostro/ la imagen reflejada/ la estela que se sucede/ la impresión terminada/ bajo el cristal/ la proyección de una vida/ que la precede/ permaneciendo atrás.

Ya lo sabemos, se trata del vano intento de convocar con la palabra. El inútil esfuerzo del escritor por reconstruir la realidad a través de sus señales y rastros, carece de todo valor. El único objeto de la poesía es su poema.

Pero lo invocado en el texto sí tiene significación para el autor; de allí el ejercicio de la escritura. Y en tanto individuo, determinado por la historia y eslabón de una herencia a la cual pertenece quiérala o no, se descubre de pronto como un mero instrumento de una especie de lo supera y determina. El yo se confunde en esta imagen invertida de la realidad: Este hombre que nunca/ he conocido/ y del que depende/ mi vida./ Faltó, sin razón/ -creía yo- poca/ o mucha, a la cita. Y bien puede ser el padre de su padre o el propio autor mirado desde fuera de la cámara oscura.

Paolo Ruffilli nació en Rieti, en 1949. Vive en Treviso desde 1972. Ha publicado en poesía La quercia delle gazze (1972 y 1974), Quattro quarti di luna (1974 y 1976), Notizie dalle Esperide (1976), Piccola colazione (1987 y tercera edición en 1996, American Poetry Price), Diario di Normandia (1990, Premio Montale) y Nuvole (1995). En ensayo es autor de Vita di Ippolito Nievo (1991, Premio Europeo) y de Vita, amori e meraviglie del signor Carlo Goldoni (1993). Recientemente fue invitado a participar en las XVI Jornadas Internacionales de Poesía en Malmö.

Refiriéndose a Noticias de las Espérides, Eugenio Montale decía, en 1976, que Ruffilli se confía en una especie de flotamiento de pequeños trozos, pequeñas bolas que ganan la superficie saliendo en vertical desde el fondo. Y esos trozos, en su mínimo impedimento, en su consistencia enrarecida, alcanzan a rendir la realidad completa.

Su verso concentrado permite una mayor proyección de la imagen. Sin embargo, es en su italiano original donde podremos apreciar la fluidez de una escritura que, determinada por otra gramática para el alcance de los extranjeros, pierde parte de su encanto y de su calidez. Tal como dice Ruffilli, Trovarsi raramente/ e non avere, adesso,/ niente più da dirsi.



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