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Un poeta cercano a su pueblo Les Murray |
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escribe Juan Cameron La imagen del poeta amado por la gente, admirado por sus pares, laureado por los estudiosos y las instituciones y reconocido por el poder, se unen en el australiano Leslie Allan Murray (1938), el más alto exponente de las letras de su país en la actualidad. De estirpe escocesa, la rebeldía de Murray se marca en un lenguaje expresado, en forma y contenido, a través del más alto sentido humano. Su reciente libro, Poemas tamaño fotografías, aún no traducido del inglés, recoge la suma de estas características. Leslie Allan Murray nació en 1938 en Nabiac un pueblo costero de New South West. De familia pobre y campesina, su infancia transcurrió en ese espacio rural tan mencionado en algunos de sus mejores poemas. Su primer encuentro con la clase media australiana se produce al ingresar a la universidad de Sydney, en 1957, para estudiar Lenguas Modernas. De allí que su identificación con los más desposeídos, en especial con los aborígenes, esté inserta a través de toda su obra. En su primera aparición en el extranjero, la antología Modern Australian Writing, recopilada por Geoffrey Dutton y editada en Manchester, en 1966, es publicado su poema Junto a la Carretera. En este trabajo da temprana cuenta de su sensibilidad y estética que lo ha llevado a ser, en la actualidad, el poeta de mayor influencia en su país. En la recopilación de Dutton figuran varios miembros de su generación, entre ellos Geoffrey Lehmann (1940) con quien publica un primer volumen de poesías, Colin Johnston (1938), Jan Smith (1935), Randolph Stow (1935) y Chris Wallace-Crabbe (1934). El compromiso cultural de Murray se expresa de manera constante a través del idioma y responde a su creencia -citada por su biógrafo Peter Alexander en Les Murray; una vida en progreso- de que a través de «la lengua hablada realmente por los hombres», los poetas pueden hablar para y por el pueblo. Esta vinculación tiene también raíces históricas. Murray desciende de una familias de pastores escoceses desplazada desde las tierras altas durante el Siglo XIX. Con posterioridad se instalaron en los territorios de los aborígenes Kattang, en torno al Valle Manning. Su abuelo, a su vez, fue despojado de sus posesiones a través de triquiñuelas legales, de modo que el tema de la usurpación -que tanto identifica a los nativos- se instala en su discurso como una cuestión nacional, cultural y familiar. Y representa también su ancestro celta: leyendo gaélico, constreñidos y avergonzados, tratamos de entender qué significa/ entonces, arrastrados a la deriva, traducimos opulentos sepulcros en un italiano cercano a nuestro descontento, señala en su texto Un paseo con OConnor. Hay en Les Murray un sentido epifánico superior, una celebración de la vida y la naturaleza -en la cual por supuesto está the people- que le permite gran fecundidad de imágenes y una variedad temática sorprendente, a veces instalada sobre un mismo texto. También es generoso con sus formas escriturales. Gran parte de su obra aparece en verso libre y en otras se enmarca en estructuras más clásicas. En Los niños que se robaron el funeral (1980), por ejemplo, la anécdota se construye como una novela armada en ciento cuarenta sonetos. Si bien hoy su figura se nos aparece de pronto, este brillo se debe a una trayectoria permanente y fecunda en el campo de la poesía. Se inicia durante su período de estudios, en Sydney (ciudad donde vive en la actualidad), como redactor de publicaciones universitarias. Por esa época, también, abandona la Iglesia Libre Presbiteriana, en la cual lo había formado su familia, y se convierte al catolicismo. Estos cambios violentos se deben y, al mismo tiempo, esculpen su carácter. Licenciado con distinción, se convierte pronto en un traductor de material escolar para la Universidad Nacional Australiana, de Camberra. Al publicar, con Lehmann, su primer libro, El árbol de Ilex (1965) obtiene el Premio Grace Leven de Poesía y es invitado al Festival de Poesía de la Conferencia de Artes de la Comunidad Británica, en Cardiff. En 1967, una larga gira por Europa le hace revisar a su país, convenciéndose de una necesidad cada vez mayor de independencia, circunstancia que lo lleva a declararse como un ferviente republicano. Es uno de los más influyentes críticos literarios del país y sus artículos se repiten en los principales periódicos y revistas del género. Por otro lado, ha obtenido los mayores reconocimientos literarios australianos y de la Commonwealth, siendo los más recientes la Medalla Real en Poesía, en 1998, y el Premio del Premier de Queensland, en narrativa, en 1999. Además de varias colecciones de crónicas y artículos, algunos de sus libros en poesía son Poemas contra economistas (1972), La república vernacular/ Poemas selectos (1976), Radio étnica (1977), Ecuanimidades (1982), La diurna luz lunar (1987), La rueda idílica (1989), Traducciones del mundo natural (1992), Poemas subhumanos de cuello rojo (1996), Conciencia y verbo (2000) y Poemas tamaño fotografías (2002). |
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