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Una muestra de poesía nicaragüense contemporánea
Los hijos del Minotauro

 
Por Juan Cameron. El número 23 de la revista Trilce contiene una apretada y enjundiosa antología de poesía contemporánea nicaragüense. El trabajo conjunto de los poetas Edwin Yllescas Salinas, Gloria Gabuardi, Francisco de Asís Fernández y del chileno Omar Lara, director de este medio literario, muestra la obra de sesenta autores del país centroamericano y rinde a la vez homenaje al Festival Internacional de Poesía de Granada.

Un retrato de cincuenta y ocho años de la poesía de su país, entre 1950 y 2008, se intenta bajo la dirección de Edwin Yllescas en el número 23 de la revista chilena de poesía Trilce. Diagramada e impresa in situ, por Freddy Aviles en la empresa ITSA de Nicaragua, el volumen mantiene el corte y la calidad a que tiene acostumbrados a sus lectores el director, nuestro poeta Omar Lara. En un apretado prólogo, más bien una nota de página editorial, Yllescas manifiesta que "como si de una lata de sardinas se tratara, en ella apretujé a sesenta poetas (...) Tuve un motivo: quería que este concierto, único, imperfecto y dispar, fuera una forma de asomarse al horizonte de la poesía nicaragüense hasta donde esto es posible". Para los seguidores del arte en nuestro continente resulta también una magnífica oportunidad de ponerse al día con un género y una literatura poco difundidos; y más bien ocultados en el famélico espacio editorial de los tiempos en boga.


Lara, por su parte, destaca los profundos vínculos entre la poesía de ambos países, iniciados con el aporte de Rubén Darío en Valparaíso quien, en palabras de Fernando Alegría, "dejó en Chile una larva de oro y la mariposa modernista emprendió el vuelo". La férrea lectura hecha por la promoción universitaria del 65 de la obra de Ernesto Cardenal, José Coronel Urtecho y Joaquín Pasos, junto a numerosos más, dejó una huella notoria en los primeros libros de aquella generación. Para el director del medio, "este número de Trilce quiere también mitigar esa deuda con la gran poesía de este país. Por lo menos de hacerla más visible y alentar el necesario interés por conocerla mejor".


La revisión se inicia con Octavio Robleto (1935) y culmina con Carlos Fonseca Grigsby (1988). La esencial contribución en esta lista de Gioconda Belli (1948), Leonel Rugama (1949-1970), Daisy Zamora (1950) y Blanca Castellón (1958), entre los más difundidos representantes en el discurso latino americano, certifica la calidad y seriedad del trabajo emprendido. Sin lugar a dudas, y a pesar de lo concentrado de la muestra, se trata de una fuente invaluable para la construcción de una antología mayor de aquella poesía nacional. Porque autores de calidad le sobran; y perfilarse entonces como poeta, en un país que ha dado tantos a la literatura en nuestro idioma, no resulta fácil. Les precede una cohorte enorme y poderosa donde se suman a los ya mencionados Pablo Antonio Cuadra (1912-2002), Ernesto Mejía Sánchez (1923-1981) y Carlos Martínez Rivas (1924-1998), lo que no es poco decir.


Esto mismo nos hace pensar en el título de la recolección. El monstruo con cuerpo humano y cabeza de bestia bien puede ser el país, por reunir a juicio del o los autores los elementos más débiles de ambas especies; o por ser de aquellos incluidos los vástagos condenados a repetir tamañas hazañas. Pero en verdad Yllescas elige el título por considerar, a sus colegas, los buscadores del alba de oro, según explica en la citada nota introductoria.


Como resultado emergen nombres para nosotros nuevos, tendencias conocidas y ritmos de atrayente sonoridad. Julio Cabrales (Managua,1942) consigue en su escritura nostálgica y lárica detener el ojo en la imagen. Dice en "Carta a mi madre": "Ya habrás hecho las diligencias de la casa/para esta época/ y comprado el mantel blanco para la mesa/ y llenado el florero de narcisos rojos/ del traspatio (...) y villancicos de pastores y del Niño Jesús/ en la Catedral Metropolitana,/ y mi luna de Nicaragua que es dulce y grande y buena/ como tú". Y en una línea similar se encuentra Vidaluz Meneses (Matagalpa, 1944) o Franklin Cabrera (Managua, 1949).


Es también tarea complicada citar a todos los incluidos, que son bastantes y ya han sido seleccionados por sus pares. Pero hay casos especiales y casi ineludibles. Rosario Murillo (Managua, 1951) es dueña de una singular fuerza: "vos pusiste la cinta en mis cabellos/ vos la sandalia errante/ vos la mirada en el aire". Tal concentración y economía ya la conocíamos por la antología Poesía Contemporánea de la América Central, de Francisco Albizúrez, editada en Costa Rica el año 2003. Y también los de dos importantes poetas ya desaparecidos: Leonel Rugama (Estelí, 1949-1970) autor de un ya célebre "La tierra es un satélite de la luna", y Álvaro Urtecho (Rivas, 1951-2007) cuya conciencia de lo efímero tensionó su postrera poesía: "Obedezco. Persisto/ en la persecución de esas imágenes (...) Soy feliz: aspiro/ el polvo de los muertos".


Ya alejados históricamente de la poesía a lo Cardenal, que tanto bien y tanto mal hiciera al mismo tiempo -y que tan necesaria ha sido, digámoslo sin reparo, para esa historia nacional- emergen otras poéticas plenas en intensidad; pero cuyo oficio controla cualquier exceso (no cabría aquí el término tropicalismo) para sólo entregarnos lo esencial. Blanca Castellón (Managua, 1958) responde perfectamente a esta descripción. Su preciso lenguaje la ha destacado ya en otros territorios haciéndose acreedora, el año 2000, al Primer Premio Internacional del Instituto de Estudios Modernistas de Poesía, en Valencia, España. Intensidad que, de ser característica de una poesía hecha por mujeres, alcanza también a Karla Sánchez (León, 1958), Carola Brantome (San Rafael del Sur, 1961) y a la más joven Alejandra Sequeira (Managua, 1982).


No por ser de sobra conocidos debe obviarse los aportes de Gioconda Belli o Daisy Zamora, cuya producción aparece entre las más destacadas del continente y, en su país, en una lista donde Ernesto Cardenal resulta la figura del siglo XX. Del mismo modo, no podemos postergar por delicadeza el trabajo de creación personal de uno de los seleccionadores de la muestra, el poeta Francisco de Asís Fernández (Granada, 1945), quien nos recuerda que "un soñador llega sin mapa, sin brújula, sin barco", tal como esta magnífica recopilación que nos regala ahora la revista Trilce y el Festival Internacional de Granada.



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