escribe Cándido
Suecia se ha visto sacudida estos días por la comprobación de que el modelo sueco tan admirado (y también odiado por los neoconservadores) del mundo, tiene los pies de barro y la democracia burguesa de rostro humano que se creía modelo, se ha vaciado de sus antiguos valores para quedar reducida al ritual del voto cada cuatro años.
La erosión de esos valores ha sido tal que ha impregnado a todos los sectores sociales y ahora resulta que hasta los máximos líderes sindicales, esos que cada 1 de mayo se visten con una chaqueta roja y cantan las estrofas de la Internacional, en colusión con el "enemigo de clase", la patronal sueca, se suman a la creciente columna de la corrupción, que la imparable crisis pone al desnudo. Tal es el caso, ampliamente publicitado estos días en Suecia, de algunos directores del Fondo de Pensión en cuyas manos, pensionistas, pequeños ahorristas, trabajadores en general, depositaron su dinero para afrontar futuros tiempos inciertos, se retiran a "un merecido descanso" con sumas varias veces millonarias de pensión, gratificaciones, compensaciones etc. otorgadas por el Consejo de Administración, integrado en este caso, por representantes de líderes del movimiento sindical y del mundo empresarial. Esta "generosidad" cuando decenas de miles de trabajadores ingresan incesantemente al paro en el marco de una crisis, sobre la que cada día los organismos "competentes" corrigen anteriores previsiones por demasiado optimistas, erosiona todo un sistema.
El enfoque mediático, liderado en este caso por las informaciones de la radio y televisión públicas, que tienen la obligación de ser prescindentes de opciones partidarias, orientado a debilitar la credibilidad de la oposición al gobierno liberal en funciones, personalizando el tema en lugar de profundizar en sus causas, se ha vuelto un bumerán que golpea a todos. Un gobierno que contó para su ajustada victoria en las pasadas elecciones con el apoyo económico y político del mundo de las finanzas, y que hasta estos días defendía la "legitimidad" de las suculentas "gratificaciones" a directores ejecutivos de diferentes organismos, no queda eximido de culpa. Representantes de todos los partidos, principalmente Socialdemócrata y Conservador, ocupan cargos en los Consejos de Administración de los numerosos organismos públicos y privados. Reciben remuneración por ello sin que su "dedicación" , una reunión cada tanto, parezca muy efectiva dado los frecuentes escándalos de corrupción que se producen. El argumento de que "desconocían" los hechos, si es cierto lo único que prueba es que si no son corruptos, son tontos de remate e ineptos para el cargo.
Los "representantes del pueblo" que los ciudadanos eligen al Parlamento, sin conocer a la mayoría de ellos, porque la confección de las listas se "cocina" dentro de una reducida élite del partido, ganan mucho más por actividades ajenas a la función para la que fueron elegidos, sin que exista una ley que los obligue a mostrar su patrimonio. Y las exhortaciones a hacerlo voluntariamente han tenido muy escaso eco. Hace unos cuantos años Louis D. Brandei (1856-1941) que desempeñó con dignidad el cargo de juez en el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, dijo al discutirse el tema de la democracia: "Podemos tener democracia o podemos tener la riqueza concentrada en unas pocas manos. Lo que no podemos es tener las dos cosas a la vez". Así de simple.
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