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"Tout va trés bien..." |
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Escribe Cándido Cada vez más el estado general del planeta trae a la memoria los tiempos del reinado de Luis XVI y Maria Antonieta, que como se sabe precedieron a la Revolución Francesa y al trágico final de ambos.. La asociación entre ese ayer y este hoy, entre los que median más de dos siglos, no presupone necesariamente una equivalencia de situaciones. Era más previsible el descenlace que tuvieron los acontecimientos en Francia en 1789, que el que tendrá la crisis generalizada que afecta a una civilización y al modelo de desarrollo elegido, herido de muerte pero sin que se vislumbre siquiera un bosquejo sobre lo que aguarda después de su extinción. La similitud radica fundamentalmente en una mezcla de pánico y descomposición moral que la crisis ha puesto al desnudo. El miedo que habitualmente afecta a los que tienen mucho, y se saben rodeados de millones que no tienen nada o casi nada, y son por tanto enemigos potenciales, ha devenido en pánico. No tanto de perder la cabeza como la pareja real francesa, aunque tampoco es una eventualidad descartable -ejecutivos de la aseguradora estadounidense AIG han sido amenazados de muerte- sino de perder la fortuna. Y en cuanto a la moral, si es que alguna vez fue un ingrediente del sistema, ha caído en picada. Los grandes "capitanes de empresa" que con su capacidad y su esfuerzo han creado riqueza que beneficia también a los trabajadores", según leemos habitualmente en las secciones de economía de los grandes medios, han caído pulverizados del falso pedestal al que la servidumbre mediática, los había encumbrado. Poseídos de la única adicción que no encuentra nunca satisfacción plena, la avaricia, cuando la tragedia es ya una realidad para millones de seres humanos, que pierden el empleo, la vivienda, la salud, la posibilidad de educar a sus hijos, y a menudo la familia y la dignidad, se lanzan a la rapiña de los suculentos restos que todavia quedan en los bancos, los seguros, las cajas de pensiones, saqueando a los que ya lo han perdido todo. El arrepentimiento de algunos directores ejecutivos de devolver lo mal habido, más allá de arbitrarias decisiones que hicieron posible el delito, no cambia la esencia profundamente inmoral y antidemocrática del sistema. Y es entonces cuando aflora a la memoria la frase atribuida a Maria Antonieta, cuando preguntó qué era ese alboroto en la calles de Paris. "la gente quiere pan señora marquesa", dicen que le dijo un cortesano. A lo que ella contestó "si no tienen pan que coman tortas". Es decir la ausencia total de sensibilidad e inserción en la realidad. Lo que se refleja en la impotencia de los "lideres" frente a la crisis y sus secuelas.Y abre inquietantes incertidumbres sobre el después. Empezar a construir la propia vida, sobre nuevos valores, y con acciones concretas que influyan en el entorno social y en el ecosistema, aunque parezcan modestas, es tarea imperiosa. |
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