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La conmemoración del 8 de Marzo
Una breve historia

 
Fue en la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que tuvo lugar en Copenhague en agosto de 1910, donde se resolvió celebrar un Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La propuesta de la activista alemana Clara Zetkin, -en ese momento secretaria internacional y coordinadora de las acciones que llevaban a cabo las mujeres socialistas-, fue aprobada por las 130 mujeres provenientes de 17 países reunidas en la conferencia, la mayoría de las cuales eran representantes de partidos socialistas y sindicatos. El derecho al sufragio femenino era el punto principal, pero a este reclamo se le sumaría la demanda de igualdad salarial y seguridad social para las madre y los hijos.

El primer decenio del siglo XX venía siendo escenario de crecientes movilizaciones sociales al influjo de las ideas socialistas. Los trabajadores se organizaban en sindicatos, se extendían las huelgas y las medidas de protesta. Estas acciones, destinadas a reclamar la disminución de la jornada laboral y a obtener mejoras salariales y en las condiciones de trabajo, eran a su vez una continuación de las luchas que que tuvieron lugar desde la segunda mitad del siglo XIX, en el marco de las transformaciones que siguieron a la revolución industrial en Europa y Estados Unidos. Cambios que resultaron fundamentales para la situación de la mujer y el nuevo papel que ésta habría de desempeñar en la sociedad.

Es también por estos años, que se escuchan cada vez más alto las voces femeninas que dirigen sus reclamos hacia la igualdad política y jurídica. Por eso la celebración de un día de la mujer se relaciona además con la lucha de las trabajadoras de Estados Unidos -principalmente las de la industria textil. Quienes, en febrero de 1909, en el marco de una movilización por la igualdad y el derecho al voto, celebraron en ese país con carácter nacional, un día de la mujer en lucha por el sufragio.

Un año después del congreso de Copenhague y como consecuencia de la decisión adoptada en el mismo, el 19 de marzo de 1911 se celebró entonces por primera vez el Día Internacional de la Mujer en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, con manifestaciones que reclamaron para las mujeres el derecho a voto, a ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no descriminación laboral. A través de manifestaciones, conferencias, programas culturales, debates, la celebración se fue extendiendo sumándose cada año nuevos países. En Suecia, la primera tuvo lugar en 1912 con la demanda del voto universal. Entre 1913 y 1914, el reclamo de paz se sumará a las reivindicaciones del Día Internacional de la Mujer, y permanecerá asociado a la luchas femeninas durante el resto del siglo.

Las mujeres en la calle
Antes y durante la I Guerra Mundial, fueron comunes las manifestaciones y protestas de las mujeres -principalemente de las ciudades- contra las condiciones de vida intolerables, en revueltas del pan y a las que se añadirían las medidas de lucha propias de los trabajadores, como ser huelgas, piquetes, etc.

En 1911, por ejemplo, amas de casa de las ciudades del norte industrial de Francia marcharon en protesta por el alto precio de los alimentos, apropiándose de existencias y marchando con banderas rojas cantando la Internacional. La bandera roja, utilizada durante la Revolución Francesa se transformó en el emblema revolucionario por excelencia de los socialistas y a menudo las llevaban las mujeres en sus protestas contra la carestía , las malas condiciones laborales o las leyes injustas. Entre 1917 y 1918 se calcula que unas 50.000 trabajadoras francesas fueron a la huelga.

Pero además de las revueltas y las huelgas, las mujeres inventaron nuevas formas de lucha. En 1908, en Barcelona, las floristas organizaron un funeral común por las mujeres muertas por la explosión de una bomba. En 1915, en la ciudad de Glasgow, las mujeres exhortaron a los inquilinos a no pagar los alquileres y organizaron manifestaciones para detener los desalojos.

Mujeres haciendo historia

En Europa como Estados Unidos, las mujeres hicieron sentir su presencia en estos años, pero será en Rusia donde contribuirán decisivamente a cambiar la historia. Una manifestación de protesta de las mujeres será la desencadenante de la revolución de febrero que meses más tarde concluiría con la revolución bolchevique de octubre.

En febrero de 1917, el gobierno ruso había decretado el racionamiento del pan en la capital. Eran las mujeres quienes debían hacer cola para obtener el mismo, muchas de ellas luego de largas horas de trabajo en las fábricas. Esto y el aumento desmesurado en el precio del vital alimento, así como el desgaste provocado por la prolongación de una guerra donde habían muerto 2 millones de rusos, provocaba la indignación de las mujeres. Quienes deciden manifestarse el 23 de febrero según el calendario juliano vigente entonces en Rusia, es decir el 8 de marzo en el calendario gregoriano utilizado en occidente.

Cerca de 10.000 mujeres salieron a la calle ese día, muchas de ellas trabajadoras en la industria textil, con banderas que decían "Abajo la autocracia", "Abajo la guerra", "Paz y pan". A ellas se les unirán otros trabajadores y se materializa un llamado a la huelga general. La revuelta se extendió a Moscú . Días más tarde el zar se vio obligado a renunciar, asumiendo el gobierno provisional, el que meses más tarde debió conceder a las mujeres el derecho a voto, en medio de la intensa movilización y participación femenina que siguió a los hechos de febrero (marzo).

A partir de entonces, el 8 de marzo adquirió un significado trascendental en el mundo entero. Ese día las mujeres de todo el mundo, independientemente de sus diferencias étnicas, linguísticas, culturales o económicas hacen honor a esa tradición de lucha en aras de la igualdad, la justicia y la paz.

En 1977 la Organización de Naciones Unidas adoptó la resolución que recomienda la celebración del Día Internacional de la Mujer y desde entonces, en el marco del organismo internacional se han celebrado cuatro conferencias mundiales sobre el tema. Los Estados Miembros reconocen que la igualdad entre los sexos es un factor esencial para alcanzar las prioridades de la Naciones Unidas de paz y seguridad, derechos humanos y desarrollo, incluyendo los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Durante los últimos decenios, varios documentos al rspecto han emanado de las conferencias y encuentros de las Naciones Unidas, entre otros, la Plataforma de Acción de Beijing, el Consenso de Monterrey y el Documento Final de la Cumbre Mundial de 2005.


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