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A 20 años de los Acuerdos de Esquipulas |
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escribe Ernesto Tamara El 7 de agosto de 1987, cinco presidentes centroamericanos firmaron los denominados Acuerdos de Esquipulas para poner fin a las guerras civiles en la región. 20 años después, y pese a los avances institucionales, la marginación y la pobreza vuelven a arrojar la sombra de la violencia en la región. El 7 de agosto de 1987 los presidentes Vinicio Cerezo, de Guatemala, José Napoleón Duarte, de El Salvador, José Azcona Hoyo, de Honduras, Daniel Ortega, de Nicaragua, y Óscar Arias, de Costa Rica, firmaron los Acuerdos de Esquipulas, que dió inicio al proceso de paz que terminó con las guerras en El Salvador, Nicaragua y Guatemala. Sin embargo, 20 años después, la situación social apenas ha cambiado, y en algunos países, la violencia social sustituyó a las guerras civiles. La celebración, realizada en Guatemala, contó con la presencia de los presidentes de Costa Rica, Oscar Arias, de El Salvador, Antonio Saca, Guatemala, Oscar Berger, y de Honduras, Manuel Zelaya. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, faltó a la cita ya que en ese momento recibía en Managua al presidente de Brasil, Lula Da Silva de gira en la región. La ausencia de Ortega, no fue impedimiento para que el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, polemizara con él a a la distancia. Más allá del protocolo, y el reconocimiento a algunos avances institucionales, como elecciones nacionales, procesos de integración económica, los mandatarios debieron reconocer que en otros campos, los avances han sido muy pocos, por no decir casi nulos. La violencia social, provocada por la marginación y la pobreza, sumado al intento de control de parte del aparato del Estado de bandas narcotraficantes y contrabandistas, han ubicado a la región como una de las zonas más violentas. La pobreza, la exclusión y las desigualdades económico-sociales impulsaron el crecimiento de las maras o pandillas, que agrupan a casi 200 mil jóvenes en Guatemala, Honduras y El Salvador, según algunos centros de defensa de los derechos humanos. Los acuerdos de Esquipulas, llamado así por el nombre de la localidad guatemalteca donde se realizó la reunión, establecía determinadas pautas para establecer la paz en Centroamérica, entre ellos, la reconciliación nacional, exhortación al cese de hostilidades, democratización, elecciones libres, cese de ayuda a las fuerzas irregulares y no uso del territorio para agredir a otros estados. El pacto también estableció negociaciones en materia de seguridad, verificación, control y limitación de armamento, refugiados y desplazados, cooperación, democracia y libertad para la paz y el desarrollo y verificación y seguimiento internacional. Oscar Arias, impulsor de los acuerdos, recibió poco después el Premio Nobel de la Paz, y el pasado año resueltó reelecto, aunque ahora con un discurso más derechista que entonces. En estos festejos, Ortega recordó desde Managua, que Arias intentó dejar fuera de los acuerdos a Nicaragua, y que fue la presión del entonces presidente de Guatemala, Vinicio Cerezo la que logró su inclusión entonces. Dos años después de la firma de esos acuerdos, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) perdía el poder en Nicaragua, a manos de una coalición de derecha, financiada por Estados Unidos y que integraba a Violeta Chamorro como presidenta, y a los jefes de las bandas contrarrevolucionarias que había emprendido una guerra de desgaste con el gobierno. La guerra contrarrevolucionaria había arrojado unos 43.000 muertos de ambos bandos y medio millón de refugiados, y una economía totalmente quebrada, al punto que Nicaragua es hoy el segundo país más pobre de América después de Haití, según la clasificación de las Naciones Unidas. Curiosamente, 20 años después de políticas neoliberales, Daniel Ortega retoma el gobierno en Nicaragua, y aunque su país no recoge los mismos niveles de violencia que sus vecinos, enfrenta una situación económica y social bastante deteriorada. Según un estudio del del Instituto Nicaragüense de Estadísticas y Censos de 2005, el 70,3 por ciento de la población rural continuaba pobre. El país apenas presenta una mejora en los índices de pobreza extrema en los últimos 17 años. La pobreza extrema pasó de 19,4 por ciento de la población en 1990 al 14,9 por ciento, muy lejos del propósito de 9,7 por ciento al que debería llegar en 2015 aegún las estimaciones de las Naciones Unidas en su debate para abatir la pobreza en el mundo. El principal problema de Nicaragua es superar a la desigualdad y la pobreza, que afectan más gravemente a la infancia y a la mujer. El desglose de la distribución de los ingresos indica que el 10% más rico de la población obtiene un 45% de todos los ingresos, mientras que los más pobres reciben solamente un 14%. Nicaragua es el tercer país más pobre de las Américas, con un producto nacional bruto per cápita de 453 dólares. La pobreza afecta a 2,3 millones de personas, 831.000 de los cuales viven en una situación de pobreza extrema, sobre todo en las regiones Central y Atlántica, según un informe de UNICEF. Uno de cada tres niños tiene algún grado de desnutrición crónica y un 9% sufre desnutrición grave. La tasa de mortalidad derivada de la maternidad, de 150 por cada 100.000 nacimientos de niños vivos, es inaceptablemente elevada. Como en el resto de los países de la región, la emigración ha resultado un respiro para las economías. Se estima, en 2004, que cerca de un millón de nicaragüenses residen en los Estados Unidos, Costa Rica y otros países, lo que representa el 18.86 por ciento de la población total de Nicaragua. En 2006, las remesas superaban los 700 millones de dólares y representaban el 10% del Producto Bruto Interno. La violencia social Guatemala y El Salvador son los dos países que más preocupan en la región por sus niveles de violencia social. Algunos han buscado los antecedentes de esta violencia en la guerra civil, pero Nicaragua, que pasó por un nivel semejante de violencia, registra hoy índices menores. Además Guatemala está en un proceso electoral donde desde la oposición hasta las más altas autoridades del gobierno, admiten que las bandas narcotraficantes están asumiendo el control de zonas del país, controlando candidatos y eliminando -hasta físicamente- la oposición. En lo que va de la campaña electoral para las elecciones nacionales del 9 de septiembre, más de 43 dirigentes políticos o familiares de candidatos, han sido asesinados. Sólo en el primer semestre de 2007 se cometieron 2.857 homicidios, en su mayoría con armas de fuego, según la Procuraduría de los Derechos Humanos. El Informe de Limpieza Social de esa entidad reportó el año pasado 3.776 ejecuciones extrajudiciales. Buena parte de las víctimas presentaban señales de tortura. Las cifras pueden parecer bajas si se las compara con los 200.000 muertos del conflicto interno entre 1960 y 1996. Varias organizaciones internacionales preocupadas por el tema han realizado estadísticas sobre la violencia en estos países, y han concluído que en este país se comenten 37,5 homicidios cada 100.000 habitantes, un poco por debajo de Honduras, con 40, y El Salvador, con 56 homicidios cada 100.000 habitnates, una de las proporciones más altas del mundo. Nicaragua, registra 6,5 homicidios por cada 100.000 habitantes. La razón de esta violencia no son conductas sociales heredadas de la guerra. Sino que obedecen a una dramática situación social de marginación y pobreza, y el crecimiento de bandas criminales que utilizan al país como plataforma para el envío de drogas a Estados Unidos (se estima que el 80% de la droga sudamericana hacia Estados Unidos hace escala en Guatemala) y el surgimiento de plantaciones de drogas en el país. Para el ex presidente Vinicio Cerezo (1986-1990), uno de los firmantes del pacto, "el crimen organizado, la violencia de las pandillas, la corrupción y el debilitamiento del Estado no conducen ahora a una guerra política pero sí pueden llevar a un conflicto social cuyas consecuencias aún se desconocen". La paz obtenida en los acuerdos de 1996, no estimularon un crecimiento económico con distribución de la riqueza. En 1990, el 20 por ciento de la población vivía en extrema pobreza (con ingresos menores a un dólar diario), proporción que se redujo a 16 por ciento en 2000, pero en 2004 volvió a aumentar a 21,5 por ciento. El 48 por ciento de niñas y niños padecen desnutrición crónica. Para muchos analistas la situación pudo haber sido peor sin la válvula de escape de la emigración y el ingreso de remesas del extranjero. Se estima que unos 1,6 millones de guatemaltecos viven en Estados Unidos, el 60% en forma ilegal, que en 2006 enviaron 3.800 millones de dólares a su país. Las remesas representaron el 9 por ciento del Producto Interno Bruto de Guatemala en el 2006 y son el tercer ingreso de divisas al país centroamericano, después de las exportaciones y el ingreso de capitales privados. Cuando en 1992, el entonces presidente salvadoreño Alfredo Cristiani y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) pactaron en México el fin de la guerra civil que dejó 75.000 muertos, 8.000 desaparecidos y 50.000 lisiados en ambos bandos, todos esperaban un rápido desarrollo del país, considerado uno de los más industrializados de la zona. Sin embargo, las políticas neoliberales, aunque lograron presentar índices de crecimiento económico, fue a costa de mayor desigualdad social. En 2006, en El Salvador, 3.928 personas fueron asesinadas, un aumento de más del 60 por ciento con respeto a 3 años antes, cuando se registraron 2.388 asesinatos. El aumento fue atribuido al crecimiento de las pandillas, pero los datos económico-sociales indican un aumento de la marginalidad y de ensanchamiento de la brecha social en el país. Si bien el informe "Trayectorias hacia el cumplimiento de los Objetivos del Milenio en El Salvador", publicado por el PNUD en junio, indica un descenso de los índices de pobreza, en 1991 había 31,5 por ciento de hogares pobres, mientras en 2005 éstos constituían 22,8 por ciento del total, los autores del informe consideran que los datos proporcionados por el gobierno conducían a errores, como por ejemplo, que el Índice de Precios al Consumidor con el que se elaboran las líneas de pobreza incluía productos con precios inferiores a los reales. De todas maneras, el país sigue estando entre "el 20 por ciento de países con mayores desigualdades del ingreso en el mundo", agregaba el documento. Según el PNUD, "en 1992 el 20 por ciento de los hogares más ricos percibieron el 54,5 por ciento del ingreso nacional y el 20 por ciento más pobre apenas el 3,2. Diez años más tarde, el ingreso del 20 por ciento de los hogares más ricos había aumentado a 58,3 por ciento, y el del 20 por ciento más pobre había disminuido a 2,4 por ciento". Como en Guatemala, el envio de remesas de los inmigrantes constituye una tabla salvadora para la economía del país. Ya en el año 2004, las remesas constituían el 16,2% del Producto Bruto Interno. En 2006, las remesas totalizaron 1.910,5 millones de dólares. En los Estados Unidos viven cerca de 1.5 millones de salvadoreños, más de un 20 por ciento de la población del país. Por su parte, Honduras se considera así mismo como el país más pobre de Centroamérica (aunque Nicaragua le presenta competencia), con más de 5 millones de personas en situación de pobreza. Allí las remesas son aún más importantes que en los países vecinos. El Banco Central de Honduras (BCH) prevé que las remesas familiares enviadas por hondureños residentes en Estados Unidos ronden los 3.000 millones de dólares en 2007, cuando en el 2006 fueron de 2.357 millones de dólares. Las remesas representaron el 26 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) de Honduras el año pasado, precisó un informe preliminar de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En Estados Unidos viven legal e ilegalmente más de un millón de hondureños, cuyos envíos se han constituido en uno de los pilares de la economía de Honduras. Costa Rica sigue siendo la excepción en la zona, aunque existe preocupación por la creciente tensión social y el temor de que la ratifiación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, arruine a sectores agropecuarios. El país no depende tanto de las remesas como sus vecinos, pero así y todo, en 2006 recibió 489 millones de dólares del exterior, y no llegan al 2 por ciento del PBI. Debate Arias-Ortega Aunque no coincidieron en los festejos de Esquipulas, los presidentes de Costa Rica y Nicaragua, los únicos que repiten mandato 20 años después, polemizaron sobre el significado de aquellos acuerdos y la realidad política y social que enfrentan hoy. Arias no dudó en atacar directamente a los sandinistas y de paso a Venezuela y Cuba. Sostuvo que antes de estar pensado en revoluciones, como la sandinista, es mejor pensar primero en reformas a las instituciones de la sociedad, porque de esa manera se evita derramar sangre para hacer dichas reformas. En 2007 existen latinoamericanos que "sueñan con jugar el papel de Lenin, Fidel Castro y el Che Guevara". "De que yo prefiero la reforma de nuestras sociedades y las reformas de nuestras instituciones a la revolución sangrienta, pues sí, esa es mi preferencia", dijo Arias. Alertó contra "las voces de quienes desconfían en la democracia y sus mecanismos". Y a modo de disculpa, admitiendo también una realidad que no puede ignorar, confesó que "a veces me lamento de que las reformas son demasiado lentas en América Latina". Por su parte Ortega, durante un discurso ofrecido en Managua para darle la bienvenida al presidente de Brasil, Luiz Inácio (Lula) da Silva, acusó al mandatario costarricense de haber conspirado en contra del gobierno sandinista de los ochenta, siguiendo instrucciones de Estados Unidos. Según Ortega, cuando los presidentes de Centroamérica se aprestaban hace 20 años a firmar los Acuerdos de Paz, Arias habría propuesto a los mandatarios excluir al Gobierno sandinista. "Ellos (Estados Unidos y Costa Rica) no querían que nos reuniéramos los presidentes centroamericanos, amenazaban al presidente de Honduras, amenazaban al presidente de El Salvador, los amenazaban para que no nos reuniéramos, y al Presidente de Costa Rica (Arias en ese entonces) lo utilizaban para conspirar en contra nuestra. Sí, lo utilizaban", dijo Ortega. "En una ocasión el Presidente de Costa Rica reunió a los presidentes de Centroamérica en Costa Rica antes de estos acuerdos y les propuso que tomaran ellos acuerdos sin tomar en cuenta a Nicaragua, entonces el Presidente de Guatemala (Vinicio Cerezo) fue el primero que saltó y dijo: ¿Cómo van a hacer eso?" "Finalmente en Guatemala y gracias a la posición firme del presidente Cerezo se logró dar el primer paso". |
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