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La Jefatura Nacional de Policía comenzó una investigación preliminar para aclarar los hechos ocurridos en la Estación Central de la ciudad de Malmö el pasado viernes 6 de febrero por la noche, cuando un vigilante maltrató a un niño de nueve años golpeando repetidamente su cabeza sobre el cemento.

El hecho habría pasado inadvertido, de no haber sido porque varios testigos filmaron el incidente. El diario Sydsvenskan publicó más tarde un vídeo que se divulgó rápidamente en las redes sociales.
La semana pasada se realizaron manifestaciones en Malmö y en Estocolmo en repudio a la violencia en contra de los niños.

La forma de vida actual, que permite que cualquier persona documente lo que está ocurriendo a su alrededor, ha contribuido a una sociedad más abierta. El tema de los niños refugiados que desaparecen en Suecia y a quienes nadie busca fue visibilizado gracias al vídeo que una persona envió al diario Sydsvenskan, sobre el maltrato que sufrió un niño por parte de un vigilante, en la estación de trenes de la ciudad de Malmö, al sur de Suecia.
En el vídeo se aprecia cómo un guardia, de unos 90 a 100 kilos de peso, está sentado sobre un niño a quien tiene atrapado entre sus piernas, en el suelo; cómo le tapa la boca con sus manos enguantadas y le golpea la cabeza repetidas veces contra el cemento, mientras otro guardia mantiene a otro menor a raya, en un banco.
El niño, aterrado, trata de zafarse del agarre del adulto, grita y llora a gritos. Y comienza a rezar un shahada. El niño está convencido de que va a morir.
¿Por qué los vigilantes de la estación de Malmö actúan de esta forma brutal?
Según ellos, habían recibido órdenes de la policía de mantener a los menores en custodia, ya que éstos se habían fugado del hogar de cuidado de menores, HVB, donde vivían.
El jefe de seguridad de la empresa encargada de la estación, Jernhusen, Leif Svensson, afirmó más tarde: «Ahora sabemos que eran dos criminales buscados por la policía».
Los «criminales buscados» tenían 9 y 12 años de edad.
Al poco rato de su publicación en el matutino sureño Sydsvenskan, el vídeo había sido ampliamente difundido en las redes sociales despertando el repudio de miles de cibernautas.  Al martes siguiente se organizaron manifestaciones en Malmö y Estocolmo, con el fin de protestar contra la brutalidad de los vigilantes.
No es la primera vez que vigilantes suecos se muestran violentos, pero esta vez se trataba de niños pequeños, contra quienes se ensañaron.
Niños que se encuentran completamente solos en el mundo.  Más tarde se supo que los chicos llegaron a Suecia hace poco, y vivían en un hogar para menores, del cual se habían escapado, para buscar a su hermano. Al viajar en un tren sin billetes, fueron apresados por los guardias luego de que la policía diera la orden de que se les retuviera.
Tres patrullas policiales llegaron más tarde a la estación de trenes de Malmö para detener a los dos menores que fueron esposados y trasladados al cuartel de policía más cercano, para seguidamente ser entregados al cuidado del hogar desde donde se habían escapado.
Recién el martes siguiente las autoridades policiales comenzaron una investigación preliminar para esclarecer los hechos.  Los agentes hicieron caso omiso a las primeras acusaciones en contra de los guardias y si no hubiera sido por los testigos que filmaron, nadie se habría enterado de lo ocurrido.
«Fue la evaluación que se hizo; que no habían razones para continuar con esto. ¿En qué se basaron? No tengo información alguna al respecto», dijo el vocero de la policía de Skåne, Lars Förstell, al matutino Dagens Nyheter.
Días más tarde, y debido a que se recibieran nuevas acusaciones en contra de los vigilantes, la policía decide abrir la investigación. No obstante, el perito judicial Sven-Erik Alhem sostiene en el mismo diario que la investigación debería haberse comenzado de inmediato.
«Se requiere un grado muy bajo de sospecha para tener la obligación de iniciar una investigación preliminar. Ahora la policía trata de excusarse aduciendo que llegaron nuevas acusaciones, lo cual es totalmente irrelevante», explicó Alhem.
Al cabo de tres días, los guardias fueron suspendidos de sus labores. Antes de su suspensión, habían presentado una acusación en contra de los dos chicos, por «violencia contra funcionario público», la que fue desestimada por la escasa edad de los «criminales».
El Director de la Policía Nacional, Dan Eliasson, por su parte, reaccionó frente al hecho.
«Despierta emociones fuertes, por supuesto. Hay un niño involucrado en este incidente y las imágenes no dejan a nadie indiferente», dijo al matutino Dagens Nyheter.
El director se planteó también la pregunta de si la capacitación de los vigilantes autorizados en Suecia es suficiente. En efecto, después de 80 horas de preparación, estos tienen las mismas facultades que los policías. Y no reciben educación alguna sobre cómo tratar a los niños. Menos a niños trau-matizados, que es el caso de refugiados.
Este miércoles Eliasson se reunía con el Defensor del Niño (Barnombudsma-nnen), quien exige respuestas respecto a la violencia con que fueron tratados los dos menores.
Suecia ha recibido en varias oportunidades amonestaciones de las Naciones Unidas, porque no se respetan los Derechos del Niño, sobre todo en relación a los menores refugiados que llegan al país sin sus padres.
Nuevamente a la fuga
Luego de que los niños quedaran bajo la custodia de la policía, fueron llevados de vuelta al hogar para menores, y más tarde a la Oficina de Inmigraciones. En este intertanto, los niños nuevamente se dieron a la fuga.
La policía danesa informó a sus colegas suecos, al cabo de dos días, que habían encontrado al más chico de los dos niños, y criticó a los agentes suecos por la poca eficiencia de éstos en la búsqueda.  
El caso es que la brutalidad de los vigilantes dejó al descubierto por lo menos dos cosas: 1. La actitud racista de la policía de Malmö.  2. La situación de los niños refugiados que llegan a Suecia sin sus padres. Niños que desaparecen, que nadie sabe dónde están, y nadie busca.
Comenzando:  a pesar de que había testigos y pruebas gráficas de que el vigilante golpeó la cabeza del niño con tal fuerza que los testigos aseguraron más tarde que había resonado a metros del lugar, la policía de Malmö no consideró, en un primer momento, que el vigilante había hecho algo incorrecto.
El diario Dagens Nyheter conversó con testigos presenciales del incidente. Uno de ellos contó que los agentes no mostraron interés alguno en saber cómo habían sucedido los hechos, ni de cuál había sido la actuación de los vigilantes.
«Cuando yo corrí para alcanzar a un policía y contarle lo que había visto, ella solamente me preguntó si había visto cómo había comenzado todo, y yo no lo había visto. Pero quería que la policía supiera que los guardias habían maltratado al niño», contó a DN el testigo.
También contó que una mujer se había ofrecido a traducir, ya que los niños hablaban solamente árabe. Pero los vigilantes se habían negado a recibir ayuda.
Siguiendo: cuando los niños nuevamente se dieron a la fuga, el inspector de policía de Malmö, Anders Lind-skog, declaró burlonamente: «Se hicieron humo». Y agregó que los niños «eran solamente un par más, en la pila de los buscados».
Más tarde y ante las críticas de la opinión pública, la policía se vio en la obligación de comenzar la búsqueda de los menores, y de pedir disculpas. Pero las declaraciones ya estaban hechas.  
La policía de Malmö se ha hecho conocida anteriormente en varias ocasiones por su racismo. Ha usado palabras como «apejävel», o «Neger Nigger-sson» y «Oskar Neger», respecto a inmi-grantes. En el 2013, Dagens Nyheter reveló que la policía de Skåne tenía un registro con 4.000 romaníes, de los cuales 1.000 eran niños.  Este tipo de clasificación étnica está terminantemente prohibida por la ley sueca, entonces, ¿cómo puede ocurrir esto? Porque la entidad policial se controla a sí misma.
Es un fenómeno que se repite constantemente, cuando se ha cometido algún error. Se presenta la denuncia, esta denuncia la examina la policía, y la policía decide cerrar el caso.
Según informó Aftonbladet, el lunes siguiente a los hechos en la estación de Malmö el inspector Lars Förstell, se refirió a lo sucedido:
«Lo que se ve no es que la cabeza golpeó contra el suelo. El niño escupe y muerde y el guardia debe mantener su cabeza quieta. Lo que se ve en la película no es abuso. El guardia tiene facultades de hacer lo que está haciendo», dijo.
«Fue extremadamente inapropiado y estúpido», dijo el criminólogo Leif GW Persson comentando la declaración de Förstell. Y se preguntó si el policía habría razonado de la misma manera si se hubiera tratado de un niño rubio. No es el único que se ha preguntado lo mismo.
Por su parte, la Secretaria General de Save the Children, Elisabeth Dahlin, expresó a Aftonbladet que la actuación de los agentes despierta una serie de dudas.
«¿Recibieron ayuda estos niños para trabajar la situación a la que fueron expuestos? ¿Se contactó al servicio social? ¿Quién se responsabiliza de ellos?»
Dahlin calificó las declaraciones de la policía de sorprendentes.
«Sabemos que un menor que desaparece puede estar expuesto a grandes peligros. Uno debe expresarse con respeto, sobre todo cuando se trata de niños», dijo Dahlin.
El video despertó la sensibilidad de muchos columnistas de los medios suecos, quienes han escrito numerosas crónicas al respecto. Al mismo tiempo, comenzó una campaña en las redes sociales para hablar mal de los menores, refugiados procedentes de Marruecos. El diario Sydsvenskan fue acusado por el vicepresidente del Parlamento sueco, Björn Söder, (del partido racista Demócratas de Suecia) de «esconder información acerca de los niños» y en su página de Facebook sus seguidores descargaban su odio racista acusando a los niños de que «habían mordido a una niña pequeña, le habían robado a una anciana, escupido al personal de trenes y atacado a un vigilante».
Según Aftonbladet, todas estas afirmaciones eran falsas. Provienen de una mujer que está casada con un vigilante, y ha posteado en Facebook lo que su esposo quiere que diga. Y el viernes, cuando sucedieron los hechos, no se presentó ninguna acusación por incidente de este tipo.
«Los niños perdidos»
Respecto a las desapariciones de niños, los periodistas Jens Mikkelsen y Katia Wagner han escrito un libro sobre el tema, «Los niños perdidos». Mikkelsen afirma que miles de niños y jóvenes que llegaron solos al país han desaparecido, mientras se encontraban al cuidado de instituciones. Mil 252 no se han encontrado nunca. Ni la policía, ni el servicio social ni la Oficina de Inmigraciones los busca.  
Mejor dicho, la policía, los busca solamente cuando la Oficina de Inmigraciones comunica que se les niega el permiso de residencia. Para ponerlos en un avión y expulsarlos del país.
En un artículo publicado en Sydsvens-kan, Mikkelsen cuenta que, junto a su colega, decidió localizar alguno de los niños desaparecidos.
«En una esquina, en Oslo, encontramos a Ghazi, de 16 años, que se vio obligado a vender drogas, constantemente supervisado por un hombre arisco, que a cambio le dio refugio. Conocimos a Kardo, que vendía su propio cuerpo. A Ali, que en un intento desesperado de evitar la deportación, se cosió su boca. A Mohammed, que vivía bajo un puente en Londres. A Ahmad, quien fue detenido por la policía en el interior de un pabellón psiquiátrico en Jönköping y abandonado en Roma, donde se convirtió rápidamente en uno de los tantos niños de la calle afganos», escribe Mikkelsen en el diario.
Esa es la situación de los niños perdidos en Suecia, que siempre se ha enor-gullecido de ser el primer país en decretar una ley prohibiendo el castigo al niño (barnaga). Suecia, que fuera pionera en defender los derechos de los niños.
Corre el año 2015 y la ley –que data de 1979– se siente ahora muy lejana.